La Novia
jueves, 22 octubre 2015
El pasado 26 de septiembre tuve la oportunidad de viajar a San Sebastián para ver,
dentro de la programación del Festival de Cine, “La novia”, segundo largometraje de la
directora zaragozana Paula Ortiz. Es curioso. Solo he ido dos veces al festival
donostiarra. La primera fue en 2011 y en esa edición María León fue premiada con la
Concha de Plata por su interpretación del personaje Pepita en “La voz dormida”. En esta
película, Inma Cuesta encarnaba a Tensi -hermana de Pepita- embarazada y en prisión.
Recuerdo que cuando paseaba por los alrededores del Hotel María Cristina me encontré
con Benito Zambrano y ambos coincidimos en que cualquiera de las dos mujeres podía
llevarse el premio. Ambas bordaban sus personajes. Fue en esta película en la que
descubrí el potencial dramático de Inma y María.

El equipo ténico y atístico de La Novia, durante la presentación en San Sebastián. FOTO: José María Pemán
En “La novia”, Inma Cuesta desnuda su alma para mostrar sus más profundos
sentimientos. El amor más desgarrado se manifiesta en cada uno de sus gestos, en su
profunda mirada. Su personaje aúna el amor y la tragedia, el paisaje y las pulsiones, la
tierra y el fuego, el cristal y su conversión en puñal premonitorio. Junto a Inma Cuesta,
las mujeres de la película rayan a gran altura. Luisa Gavasa, a quien no vamos a
descubrir tras su larga trayectoria, hace gala de su experiencia teatral para encarnar a la
madre viuda del novio. Su presencia en la pantalla es de una plenitud apabullante. Es la
Xirgu del siglo XXI. Tampoco desmerecen María Alfonsa Rosso, la mendiga, o Ana
Fernández, la vecina. Las apariciones de la primera anticipan el escalofriante y
sangriento desenlace final. “No te cases si no le amas”. Ese es el consejo de la anciana
que sabe que la novia ama a Leonardo. Álex García y Asier Etxeandía resuelven con
solvencia sus papeles, aunque en mi opinión están un punto por debajo de las
interpretaciones femeninas.
La película en su conjunto es una pieza muy estimable. No era fácil superar el reto de
Paula Ortiz de adaptar “Bodas de sangre”. Sin embargo, el resultado revela el
personalísimo punto de vista de la directora, su sensibilidad estética y su profundo
conocimiento de la obra lorquiana. Se trata de un poema visual de primer orden. Hay
planos de una belleza plástica sublime. Paula maneja como nadie las metáforas visuales:
el fuego, el galopar del caballo, la fragilidad del cristal, la dureza del paisaje… Estoy
convencido de que la directora zaragozana ha dado un salto considerable en su
trayectoria. Acabo de ver de nuevo su primer largometraje y “La novia” está muy por
encima de su ópera prima. O mucho me equivoco o el 11 de diciembre, día de su
estreno en las salas, será uno de los acontecimientos cinematográficos del año. Y
atención a los próximos premios Goya. Ya anticipo que será una de las películas con
más nominaciones. Y ojalá que el cabezón recale en una zaragozana a la que adoro por
su talento y por su grandeza: la gran Luisa Gavasa.